martes, 8 de mayo de 2007

DIOS

Te confieso hoy que mi vida cobro importancia cuando me cediste un pedacito de tu corazón.
Desnudo estaba entre tanta humanidad
y me vestiste con tu humildad y abrigaste con la flama de tus ojos
languidecentes

Hombre, solo hombre era hasta que me bañaste con el aroma de tu capa
, con tu sudor,
Con tus lagrimas…
y perdonaste mis pecados
con tu golpeada
sonrisa.

Maestro, recuerdo que tu verso sonaba a la pobreza que tantas veces
saboree en el ralo café que mamá nos daba en el desayuno.
Tu inocencia me recordaba la agonía en Paris,
un jueves como hoy
sin socorro.
Tus sentimientos teñían de azul mis noches isabelinas,
tan poéticas,
tan intimas.

Te confieso que hoy me perdí entre tus cabellos
Empeñe la poca humanidad que me vestía
Y me embriague con la dulce hiel de tu costado
Tan salido,
tan herido,
tan humano…

Hoy comprendo que mi vida
fue la ruleta a la que tantas veces apostaste tu futuro.
Comprendí que si tu poesía fuese mía,
no hubiese muerto tan poco esta tarde!

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